Habemus Papam

Habemus Papam: Tenemos cirio

El Sumo Pontífice fallece y lo más granado de la Iglesia Católica debe decidir quién sucederá a la máxima autoridad del Vaticano. Con esta simple idea que se repite cada cierto tiempo en la realidad Nanni Moretti tiene, y de sobra, para dar un repaso al cinismo de esta institución que se distancia de la sociedad e intenta guardar las formas ocultando los problemas.

 

El director, guionista, productor y actor Nanni Moretti representa esta visión a través de las indecisiones que surgen al aceptar un cargo con tanta responsabilidad como el de ser Papa. La seguridad de la fumata blanca se tiñe de negro para dar coherencia a este cirio eclesiástico que refleja una crítica en su comicidad a problemas existenciales de fe y no fe de una persona antes que Santo Padre que recula sus pasos en el momento clave tras el voto del cónclave.

 

Celestino V renunció antaño y en este caso el peso recae en la ficción sobre un glorioso Michel Piccoli que soporta el peso dramático de la cinta como un Papa que desciende del altar a la sociedad. Junto al él está un gracioso psicoanalista de prestigio, separado y que no cree en Dios e interpretado por el propio Moretti, que da ritmo, humor y muestra la parte más mundana de la Iglesia Católica en su relación con los cardenales y con un partido de voleibol de relleno donde se aglutinan por nacionalidades y se ve el poder de esta religión en los diferentes recovecos del mundo.

 

Nanni Moretti en Habemus Papam

 

 

Un jefe de prensa del Vaticano que miente más que Lucifer. Periodistas por los suelos en su labor. La Plaza de San Pedro abarrotada de banderas, capillas creadas en los estudios Cinecitá y la estirpe del dramaturgo Chejov, pululando con símiles recordatorios a su pasión por representar la vida en el escenario tal como es, nutren a Habemus Papam de lo que a veces Moretti carece para el gran público: variedad, en personajes y subtramas.

 

Con estas patas que rotan en pantalla se abren los caminos por donde fluyen 100 ligeros minutos llenos de guiños y muy bien promocionados: Habemus Papam se paseó por la sección oficial de Cannes, abrió la 56º Seminci de Valladolid y, ahora, llega a España, un país que aún tiene reciente las Jornadas Mundiales de la Juventud, para crear polémica, como ya hizo en Italia en abril, y, por tanto, hacer una futurible decente taquilla por copia para amortizar los cerca de 9 millones de euros de presupuesto.

 

El cine no deja de ser números y Nanni Moretti sabe de ellos con proyectos pequeños donde él es todo y son bien recibidos por la crítica a pesar de su componente crítico político-social, como demostró con el drama La habitación del hijo (2001) y Caro Diario (1993) y, más recientemente, con el documental contra Silvio Berlusconi El Caimán (2006).

 

En Cannes obtuvo la Palma de Oro por La habitación del hijo en el peor sufrimiento que hay: la muerte de un hijo. Antes fue premiado en Francia por su dirección en Caro Diario, una crítica explícita a la praxis médica en Italia y al sistema sanitario. Y ahora, pensando que todo puede cambiar desde la batuta del cine, se embarca en este proyecto cuya intención es llamar la atención sobre los problemas que, para él, padece Iglesia Católica. Pero para Moretti, como para Mercedes Sosa, Todo Cambia.

 

 

Habemus Papam

 

 

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