XI Muestra Syfy. Día 4: Cine fantástico y políglota

Doctor Who: Day of the Doctor
La Muestra se despide de su undécima edición con nostalgia y acentos español, británico y francés.

Todo lo bueno se acaba y la XI Muestra Syfy llegó a su fin en una jornada, la del domingo 9 de marzo, con películas para todos los gustos y edades. El día comenzó con la proyección, en 3D y en versión original, del capítulo especial 50 Aniversario del Doctor Who. The Day of the Doctor, dirigido por Nick Hurran, reúne al Doctor actual con dos de sus encarnaciones anteriores para luchar juntos en una batalla que bien podría reescribir todo lo que sabemos sobre la historia de este mítico personaje británico. La gratuidad de la entrada y la posibilidad de ver a Matt Smith y David Tennant en pantalla grande finalmente no fueron rivales frente a internet y la hora de la proyección (las 14:00) y la sala no se llenó, aunque sí que hubo un aforo aceptable y se pudieron ver lucir multitud de destornilladores sónicos. Sobre el capítulo en sí poco podemos añadir que no se haya dicho ya mil veces desde que el capítulo viera el aire el pasado 23 de noviembre de 2013. Sin embargo, se ha de destacar la buena hechura de un producto cuando éste logra conquistar a fans y desconocedores de la serie. La BBC sabe bien cómo invertir su dinero y sus series son prueba fehaciente de ello.

Doctor Who: Day of the Doctor

La sesión dobde de Phenomena empieza a ser un clásico en la Muestra Syfy, un must see cuando el resto de la programación no está a la altura. Y aunque con menos asistencia de la de años anteriores y con un público menos entregado, la propuesta de Nacho Cerdà ha sido de lo más potente: La Mosca (David Cronerberg, 1986) y Depredador (John McTiernan, 1987). La primera, un digno estudio sobre la enfermedad es una de las obras más conocidas del director canadiense, también de las más accesibles para el gran público. La segunda es un entretenídisimo título de acción con un Arnold Schwarzenegger en plena etapa fantástica de su carrera: Conan, Perseguido, Terminator, El guerrero rojo… Aparentemente sin relación entre sí, ambos títulos sacan petróleo de unas historias en apariencia bastante simples y giran en torno a la figura de un monstruo que se esconde y que es letal. La gran diferencia, el rasgo sutil en el que se separan ambas ficciones más allá de sus argumentos divergentes, radica en que no hay héroes en el filme de Cronenberg. No hay vencedores y sí vencidos frente al mal que nos corroe de dentro afuera. Todo lo contrario que en la cinta de Schwarzenegger, una historia palomitera que, sin embargo, expuso a la luz del mundo a uno de los monstruos más celebrados de su generación.

Depredador

Tras la siempre refrescante Phenomena (algo va mal si lo que refresca es el cine de hace 30 años…), le llegó la hora al producto nacional de esta edición. Si bien el año pasado la Ñ se había quedado en cortometrajes de dudosa calidad (con lo que moló la hilarante Lobos de Arga de la IX edición…) este año los organizadores han decidido tirar de colegueo y han propuesto Faraday como broche del festival (sí, sé lo que digo). La cinta, con cuyo director (Norberto Ramos del Val) y guionistas (Jimina Sabadú y Pablo Vázquez) tuvimos oportunidad de hablar hace unos meses, se balancea entre la comedia de calidad (teniendo en cuenta la clase de público que puebla las butacas de la Muestra cada carcajada generalizada vale su peso en oro) y el esperpento vergonzoso y vergonzante. La cosa es que el argumento funciona bastante bien mientras avanza a través de los múltiples testimonios que lo componen, pero se lanza de cabeza contra el suelo y se desnuca cuando trata de desarrollarse por medio de la tercera persona tradicional del cine. Ahí es cuando los actores revelan sus carencias y la simpleza de la historia hace que los pobres cimientos en los que se asienta la película cedan. Uno termina de ver Faraday con una indescriptible sensación de bochorno. Una pena y la razón definitiva por la que este filme no debería llegar nunca a gozar de una distribución comercial.

Diana Gómez y Javier Bódalo en Faraday

Antes hemos dicho que Faraday ponía el broche. No es del todo cierto, ya que fueron la Bella y la Bestia de Christophe Gans quienes, entre bostezos, despidieron a los espectadores de esta edición y los mandaron corriendo por las calles nocturnas de Madrid. Antes, le volvió a tocar (como el año pasado) el turno a uno de esos cortos que parecen haberse escapado del Festival de Cine Experimental que se celebra en otoño en esta ciudad. Blink, de Diego Latorre, logró más carcajadas que vítores y cuando alguien de público gritó aquello de «¿Pero qué perfume estás anunciando?» uno no podía dejar de pensar «O eso, o ¿a qué campaña contra la droga pertenece esto?«. En fin, una enorme creatividad malgastada en un cortometraje que dejó fría a toda la sala, aún no repuesta de Faraday y aún menos preparada para el filme que se les venía encima.

Léa Seydoux en La Bella y la Bestia

El sábado 8 de marzo, mientras los espectadores de las últimas sesiones del viernes aún nos pegábamos con las sábanas, Syfy volvió a acordarse de los más pequeños y programó la proyección de la versión remasterizada y en 3D de La Bella y la Bestia(1991, Gary Trousdale y Kirk Wise). Frente a la dulzura y la luminosidad del clásico de Disney, Christophe Gans utiliza el enorme presupuesto de una coproducción franco-alemana para construir un relato que recuerda notablemente a la versión de laCaperucita Roja que encarnó en 2011 Amanda Seyfried y que todo lo que derrocha en CGI, decorados y efectos (envidia pura sentirían muchos de nuestros cineastas ante tales medios) se lo ahorra en guión y diálogos. Gans parece más interesado en mostrarnos los apabullantes escenarios en que se desarrolla la trama que en contarnos su versión del cuento infantil. Así, los personajes (entre los que se encuentra un Eduardo Noriega que inteligentemente se negó a quedarse en la Muestra más que para saludar y huir) denotan una total ausencia de profundidad y su destino y motivaciones importan poco o nada a un público que salió en estampida de los Cines Callao, las dos horas que dura el filme se nos habían hecho eternas.

Y así termina, un año más, nuestra experiencia en la Muestra Syfy de Cine Fantástico. El año que viene, si los astros lo permiten y si no somos devorados por alguna especie alienígena, volveremos a vernos las caras.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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