Crash

Crash: El abismo del placer

El liberal matrimonio formado por Catherine y James Ballard, siempre en búsqueda de experiencias sexuales que logren satisfacerles, se sumerge en una enfermiza espiral de excesos, vicios y muerte al conocer a Helen y a Vaughan a raíz de un accidente tráfico.

 

David Cronenberg dio a luz en 1996 a la película que cerraría junto a eXistenZ su época más visceral donde en la mayoría de sus films la nueva carne es un tema central (Videodrome, Cromosoma 3, Rabia, Vinieron de dentro de… etc) y menos convencional que la siguiente etapa (Spider, Una Historia de Violencia, Promesas del Este, Un Método Peligroso…). Basándose en la novela homónima de J. G. Ballard de 1973, quien dijo de su perturbadora y genial obra: «Prefiero pensar que Crash es la primera novela pornográfica basada en la tecnología«, Cronenberg da rienda suelta a las obsesiones que tanto ha plasmado en tan notables e inquietantes films, pero desde un prisma distinto, en una versión bastante noble respecto a la literaria.

 

Crash

 

El director crea un reflejo de esta sociedad cada vez más alienada, monótona y de vuelta de todo, donde el matrimonio Ballard, encarnado por James Spader (Stargate, Lobo, Secretary) y Deborah Kara Unger (Payback, Silent Hill, The Game), busca nuevos horizontes que satisfagan sus ansias sexuales. Sólo logran la ansiada excitación a la vez que escapar de esa realidad cotidiana gracias a una parafilia (patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra actividad que acompaña) desatada por los accidentes de coches, donde incluso las grabaciones de choques sustituirán al porno. La pareja, acogida en ese nuevo descubrimiento que tantas oscuras puertas les abre, se deja tentar primero por Helen, y luego guiar por Vaughan, interpretados por Holly Hunter (Copycat, El Piano, Arizona Baby) y Elias Koteas (Gattaca, Ángeles y Demonios, La Delgada Línea Roja).

 

Cronenberg, contínuamente conduce al límite a sus personajes y nunca es benevolente. Siempre quedan marcados física o mentalmente, o ambas cosas, por la situación que sufren, o algo peor; y en Crash, este aspecto como muchos otros de su particular estilo, sigue vigente, llevándolo a cotas más profundas si cabe. Los lleva más allá de la línea de una moral vilipendiada a gusto de cada cual en nuestra inconformista sociedad. La excitación que anhelan los protagonistas pronto se nutre de ver, palpar, lamer y sentir cicatrices, carnes deformadas y prótesis derivadas de accidentes casi mortales, de recorrer desguaces cual morgues fueran, de aproximarse a la muerte y regocijarse con la de otros en los amasijos ensangrentados de un accidente de tráfico, de conducir y follar con la esperanza de chocar… El director nos regala una historia de degradación, depravada, perturbadora y desesperanzadora, a la vez que honesta, sin tapujos, incitante, plagada de simbolismos y excitantes escenas sexuales que tampoco escapan al aura enfermiza de la cinta, la cual fue galardonada con el premio especial del jurado en Cannes.

 

 

En cuanto al reparto… Spader hundiéndose gustosamente en el abismo que se ha abierto ante él, provocando que el lascivo y depravado Koteas se relama al verlo caer en su oscuro mundo, en el cual Hunter participa y explora de todas las formas, y donde nadie rivaliza en sensualidad con Kara Unger, con su expresión de lujuria digna de enmarcar… En conclusión, las cuatro ruedas de este enfermizo coche que recorre la carretera de la autodestrucción aderezada con sexo y fetichismo, son muy sólidas y se desenvuelven admirablemente en esos roles tan complicados de interpretar con veracidad, y aún queda la de repuesto, Rosanna Arquette (Pulp Fiction, El Gran Azul, Jo, ¡qué noche!) como Gabrielle, máximo exponente en la historia como la conjunción entre cuerpo y tecnología.

 

Howard Shore (El Señor de los Anillos, Ed Wood, Seven) y Peter Suschitzky (Krull, El Imperio Contraataca, Mars Attacks!), encargados respectivamente de la música y la fotografía, habituales colaboradores en la mayoría de films de Cronenberg, redondean la obra, uno con sencillas y metalizadas melodías, y el otro con una sombría imagen que refuerza la atmósfera malsana de la película.

 

Crash

 

Una gran historia que rechazará quien esté en desacuerdo con que la violencia, el sexo, la morbosidad y demás… sean mostrados de forma tan explícita o le moleste su visionado… Y piense que el mundo es rosa como su burbuja… Y eso, la hace aún más atractiva. Como apunte final, aunque no hay nada que reprochar a la última época de Cronenberg, se echa muy en falta ese atrevimiento del que hacía gala, y sería más que bien recibida alguna obra transgresora como la que aquí nos atañe.

 

Como curiosidad, en el 2005, Cronenberg sacó las garras para defender a su criatura, ofendida por el director Paul Haggis al elegir el mismo nombre para su Crash del 2004: «Le he dicho que fue un completo gilipollas, básicamente por hacer eso. Y también se lo han dicho muchas otras personas. Fue muy irrespetuoso de su parte, no sólo conmigo, sino con J.G. Ballard, que escribió el libro. Hice mi película muy respetuosamente. Haggis cogió el título y sabía bien lo que estaba haciendo«. Ahí queda eso.

 

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