The Blind Side: … porque yo lo valgo

TitularLas órdenes son sencillas: se me indica que película ver (muchas veces en contra de mi voluntad), la veo y una vez en la soledad de mi hogar me siento ante mi ordenador para escribir su respectiva crítica.

Si la película me ha gustado, toda va sobre ruedas. Casi puedo decir que mis autodidactas dedos hacen el trabajo por mí… que la crítica se escribe ella sola, ajena a un mundo de holgazanería y bostezos perezosos. Pero cuando ocurre lo contrario… Ah, amigo, ahí la cosa se pone peliaguda y es cuando entramos en los senderos de la polémica. Es en esos momentos cuando me identifico con el personaje interpretado por Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, Jules Winfield y me planteo sus mismas cuestiones. Como le decía a Tim Roth al final del film: «Yo soy la tiranía de los hombres malos. Pero me esfuerzo, Ringo, me esfuerzo con toda intensidad por ser el pastor«.

Así que mis dudas son: debería ir de pastor con la película que nos ocupa The Blind side capitaneada por una oscarizada (por este mismo film) Sandra Bullock. Un film que apela a los buenos sentimientos y que, supuestamente está cargado de bondad, altruismo y cristanismo por doquier. ¿No es precisamente lo que necesita nuestro mundo? ¿Qué le demos la otra mejilla al prójimo? ¿No creéis, entonces, que debería ser bueno y «cristiano» con esta película?

Sutilezas aparte y cuestión principal, ¿cómo es posible que una película con tanta bondad en su interior, tantas buenas intenciones sea insulsamente mala?

TitularNo nos engañemos, aunque The blind side haya sido rodada en celuloide estamos ante un anabolizado telefilm, de esos que se ven entre las legañas de una siesta. Estamos ante una especie de revisión de aquella serie moralizante no muy recomendable para diabéticos: Siete en el paraíso.

The blind side tiene una cualidad indiscutible: es una película que hasta un daltónico podría verle los colores.

Como todo buen telefilm que se precie, The blind side está basada en hechos reales.

Nos narra la historia de superación de Michael Oher apodado de forma muy apropiada como Big Mike, un lechón humano proveniente de la indigencia y que gracias a las bondades de Leigh Anne Touhy (Sandra Bullock) y su familia, consiguieron hacer de este grandote muchacho, con un oscuro porvenir, un diamante en bruto que llegó a convertirse en todo un jugador de fútbol profesional. Una historia indudablemente conmovedora y sorprendente, si uno la mira desde el prisma de la actualidad y la realidad. Pero que desde un punto de vista cinematográfico y con Forrest Gumps, En busca de las Felicidades, Cindirellas Mans y Mentes peligrosas de por medio no despierta en nosotros ni la más mínima emoción.

Estamos ante un tratamiento rutinario del tema del sueño americano, en el que se apuesta por la obviedad, el maniqueísmo y la moralina más despampanante. Una reivindicación de la familia de toda la vida. Simplemente hay que echarle un pequeño vistazo al retrato familiar que aquí nos presentan de forma impía. Todo es perfecto y encantador. Cada uno de los miembros de la familia que le ha tocado en suerte a Big Mike son un sol, llenos de inteligencia, humanidad e ingenio. Da igual que tu madre te haga las mejores natillas que has probado en tu vida y que tu padre te ayude con los deberes, jamás tendrás a una familia tan cool como la que aquí lidera Sandra Bullock. Ni tendrás a unos hermanos tan listos y comprensivos como los que desfilan aquí. A ti, espectador, sólo te queda una cosa: observarlos y envidiarlos.

Es cuanto menos curioso que durante la proyección me viniera a la mente, a pesar de haber estado viendo una película supuestamente realista y basada en hechos reales, un film fantástico como Eduardo Manostijeras. Caí en la cuenta de que el planteamiento era exactamente igual y que casi estaba viendo un calco del mismo.

Si os acordáis, esta maravillosa película dirigida por Tim Burton se iniciaba cuando una adorable mujer sacaba a un joven excéntrico (con tijeras en lugar de manos) de la reclusión de su castillo y lo introducía en su casa con su familia. A partir de aquí, se producía un choque de culturas entre el mundo del joven y nuevo mundo que se abría ante él. Eduardo, un chico tímido, reservado, pero cargado de sorpresas y talento en su interior, lo único que necesitaba en la vida era que alguien apretara el botón de las risas (por expresarlo de una forma desenfadada) y poder así mostrar al mundo todo su potencial.

En este film ocurre exactamente lo mismo, Sandra Bullock, una madre como la copa de un pino, decide recoger a Big Mike que vagabundea sin destino prefijado, y llevarlo a su casa. A partir de aquí, lo mismo que en el film de Eduardo. Se produce un choque de culturas, donde lo único que permanecerá inviolable es la timidez del muchacho. Si hay conflicto en esta historia, es el propio Big Mike y su timidez, la cuál desesperará a más de uno (espectadores incluidos). Sin embargo, si en la película de Burton la adaptabilidad del joven acababa en tragedia, la del joven Big Mike va en ascensión geométrica. No existe otro final posible para nuestro Big Mike que triunfar. Es su destino, o eso parece estar establecido en el film.

En cuanto al personaje de Sandra Bullock que se puede decir. Es una amalgama de personajes estilo: Erin Brokovitch, Frances McDormand en Fargo o Sally Field en Forrest Gump. Una persona decidida, capaz de sacar adelante sus objetivos por encima de toda adversidad. Una auténtica heroína del mundo moderno, o al menos esa es la intención de sus guionistas. Sin embargo el tratamiento del personaje está desprovisto de toda sutileza. El truco utilizado para glorificar sus acciones es desdibujar y caricaturizar sistemáticamente a casi todos los personajes masculinos con los que se rodea. El ejemplo más claro es el del personaje del marido (un hombre florero), el cual no tiene ni voz ni voto en todo el film y se limita a sonreír estúpidamente y a aplaudir todas las proezas de su mujer. Hacia tiempo que no veíamos un personaje de una inutilidad tan pasmosa como el tenemos aquí, (entraría en esa galería de personajes masculinos inútiles como el de John Carroll Lynch en Fargo, el personaje del marido en Eduardo Manostijeras o el marido de Frances O’Connor en A.I.). Otro buen ejemplo de esto es el personaje del entrenador y su cara de bobalicón impertérrita, cuyas torpes acciones indignaran a más de uno.

En definitiva, estamos ante un film que se empeña en reivindicar los supuestos nuevos valores de los nuevos tiempos que corren. De la era Obama.

Si alguien duda de esto, quédese con la frase que dice el marido a Sandra Bullock durante la escena en la que a Big Mike está recibiendo una clase de su profesora particular (interpretada nada más y nada menos que por Kathy Bates).

«Es increíble, ¿eh?… Tenemos en el mismo techo a un hijo negro y a una profesora demócrata«.

¿Alguien da más?

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